
La horticultura en Colombia representa un sector estratégico y diverso, fundamental para la seguridad alimentaria, la economía campesina y el desarrollo socioeconómico de las zonas rurales. Este renglón, en términos generales, ocupa un área consolidada superior a las 240,000 hectáreas (ha), vincula directamente a más de 250,000 familias productoras (DANE, 2024; AGRONET, 2023) y abarca un amplio abanico de especies adaptadas a la variada topografía del país.
La producción de hortalizas, de manera amplia, comprende desde leguminosas (Fabaceae), cucurbitáceas (Cucurbitaceae), cebollas y ajos (Amaryllidaceae), brasicáceas (Brassicaceae), hortalizas de hoja (Asteraceae). Abastecen tanto el consumo en fresco, para el mercado nacional y para la exportación, como dan abasto a una creciente agroindustria.
A pesar de su importancia, estos renglones enfrentan un desafío común y crítico: una alta incidencia de plagas que amenazan la sostenibilidad de la producción, merman los rendimientos y elevan los costos. Bajo esta premisa, la gestión fitosanitaria se constituye en una prioridad nacional para proteger y potenciar el sector hortícola del país.
Dentro de las acciones que se desarrollan en la DTSV, en el proyecto de producción fitosanitaria de las hortalizas se incluyen principalmente: las cebollas y el ajo, las brasicáceas, las hortalizas de fruto y las aromáticas. Otras especies vegetales, tales como la yuca y el ñame, las solanáceas (papa, tomate, pimentón), la ahuyama, el fríjol y la arveja, son tratadas de manera separada en la dirección técnica.