
Las palmas de aceite, coco, chontaduro, asaí, dátil, entre otras, pertenecen a la familia botánica Arecacea. Su cultivo se constituye en un recurso de importancia socio-cultural y económica para las comunidades, aprovechadas tradicionalmente como fuente de alimento o elaboración de materia prima con diversos fines. Según UPRA (2023) el área sembrada de palmas en el país alcanza las 714.538 hectáreas (ha), de las cuales, el 93% está representado por la palma de aceite, 3% por coco y chontaduro, 2% por asaí, 1% por palmito, 1% por dátil y 1% por otras palmas.
Dado que estas palmas tienen gran proyección tanto en el mercado nacional como internacional, la situación fitosanitaria es de común interés para todas las especies.
En los últimos años, la incidencia de plagas en las zonas y lugares de producción de Arecáceas se ha incrementado de manera significativa, ocasionando la disminución de rendimientos y rentabilidad y provocando un descenso en la competitividad y sostenibilidad de la actividad productiva.
Las plagas más relevantes y declaradas de control oficial para el cultivo de palmas en el país son: Complejo Anillo rojo (AR), causado por la interacción del nematodo: Bursaphelenchus cocophilus (Cobb.) J.B. Goodey y su vector, el picudo negro: Rhynchophorus palmarum L.; Pudrición del cogollo (PC), causado por el oomycete Phytophthora palmivora (E.J. Butler) E.J. Butler 1919; Marchitez letal (ML), cuyo agente causal es de etiología desconocida; Marchitez sorpresiva (MS), causado por la bacteria Phytomonas staheli (McGhee y McGhee, 1979); Porroca, desorden de etiología desconocida; Picudo negro o Gualpa, en donde se ubican dos especies, Rhynchophorus palmarum L. y Dynamis borassi Fabricius (Coleoptera: Curculionidae) y Torito - Strategus aloeus (Coleoptera: Scarabaeidae) (Linneo, 1758).
Para mitigar los impactos de estas plagas en los cultivos de Palma, el Instituto Colombiano Agropecuario – ICA cuenta con un marco normativo que incluye las resoluciones No. 1786 del 2015, 92771 del 17 de marzo de 2021 y 17361 de 4 de diciembre de 2023. Con base en este marco, la Dirección Técnica de Sanidad Vegetal ha generado un esquema de trabajo bajo la estrategia de “gestión de riesgos fitosanitarios”, para asegurar la prevención, vigilancia y control de las plagas reglamentadas.