28 de julio de 2011
Lanzamiento en agosto en Medellín y Bogotá
Por los bosques de Colombia
Protección fitosanitaria forestal, obra editada por el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, y la Asociación Colombiana de Fitopatología, Ascolfi, se constituye en un valioso aporte a la política forestal que necesita el país.
Julio 28 de 2011. “Colombia tiene alrededor de trece millones de hectáreas de tierras aptas para la reforestación. Hoy apenas unas 350.000 hectáreas están sembradas de bosques industriales (sin descontar aprovechamientos). La meta del gobierno en cuatro años es reforestar un millón de hectáreas, que podrían generar alrededor de 80.000 empleos”, dice Didier Mauricio Chavarriaga H., Patólogo Forestal Ph.D., Coordinador del Centro de Diagnóstico Vegetal del ICA en Antioquia, creador del Programa Nacional de Protección Fitosanitaria Forestal dentro del ICA y editor de Protección fitosanitaria forestal.
Esos pocos datos que encabezan la presentación de la obra –cuyo lanzamiento contará con el apoyo de la Cadena Forestal de Antioquia y tendrá lugar en el marco de la asamblea general anual de dicho gremio, en Medellín, en la última semana de agosto– son suficientes para advertir la magnitud de la oportunidad y el desafío que el país tiene en esta materia. De ahí la importancia que cobra Protección fitosanitaria forestal, publicada por el ICA y la Asociación Colombiana de Fitopatología y Ciencias Afines, Ascolfi. El libro también será presentado en el Congreso de Ascolfi (agosto 17 a 19), en Bogotá.
Fruto del Primer Curso Internacional de Protección Sanitaria Forestal que se llevó a cabo en agosto de 2008 en Medellín, y que contó con la participación de expertos provenientes de quince países, la publicación es una compilación de las ponencias e investigaciones presentadas en dicho curso y deja en claro que la protección forestal es un asunto de orden mundial.
Para advertirlo basta un vistazo al índice: Enfermedades radiculares: la principal amenaza para plantaciones de Acacia mangium en el sureste de Asia, de Su-See Lee, investigadora forestal del Instituto Malasia; Experiencias de control biológico y cultural de plagas forestales en Chile, con énfasis en Sirex noctilio, de Ángelo Francesco Sartori Ruilova, ingeniero forestal vinculado al Departamento de Manejo y Desarrollo Forestal; y Aproximaciones para predecir los impactos potenciales del cambio climático en enfermedades forestales: un ejemplo con la enfermedad radicular Armillaria, de Ned B. Klopfenstein (Ph.D.), Mee Sook Kim, John W. Hanna, Bryce A. Richardson y John E. Lundquist del Servicio Forestal de USDA, son algunos de los títulos que abordan el tema en distintos lugares del mundo.
Otros trabajos de la obra se centran en el ámbito nacional donde, según la información que Chavarriaga le entrega al lector, hay mucho por hacer. Al fin y al cabo, un país como Uruguay, que cuenta con la sexta parte del territorio colombiano, tiene más hectáreas reforestadas que el nuestro. El papel del control biológico en el manejo de insectos defoliadores de coníferas en Colombia (Alex Enrique Bustillo Pardey, ingeniero agrónomo Ph.D.); Problemas fitosanitarios con termitas en plantaciones forestales en Colombia, su importancia y manejo (Olga Patricia Pinzón, profesora titular Ph.D., Universidad Distrital Francisco José de Caldas), y Nematofauna asociada a viveros y plantaciones forestales de importancia económica en algunos municipios de Colombia (Rafael Navarro Alzate, Didier Mauricio Chavarriaga H., y Bertha Miryam Gaviria Gutiérrez), son los títulos de algunos de estos textos que no solo contribuyen al abordaje científico de la protección forestal del país, sino también a entender el potencial económico del sector.
Una oportunidad económica y científica
El negocio forestal es una apuesta que toma tiempo, dice Chavarriaga. Explica que son necesarios entre doce y veinte años antes de ver los frutos, “lo que implica una transformación cultural” para que inversionistas públicos y privados lo asuman como una opción. Además, es necesario fortalecer la institucionalidad del sector, destrabar procesos de tierras en lo relacionado con la titulación y asegurar recursos públicos de la mano de incentivos en el largo plazo.
Igualmente, “las disciplinas de la protección sanitaria forestal deben desarrollarse alrededor de este tema para garantizar que todo ese esfuerzo no se vea amenazado por ataques de plagas exóticas o endémicas que puedan causar pérdidas económicas al sector”. De ahí la pertinencia de otras ponencias e investigaciones de la obra.
De gran relevancia internacional, Protección Fitosanitaria Forestal es una publicación que se presenta en español e inglés, permitiendo una rápida comprensión del conocimiento reportado en las ponencias e investigaciones.
Ahora bien, la historia de la patología forestal en Colombia puede ser identificada con los diferentes momentos institucionales del sector, desde la creación del Inderena en 1969, hasta la expedición de la Ley 1377 de 2010 que reglamenta la actividad de reforestación en Colombia. Y aunque nuestro país aún tenga mucho camino por andar, no es poco lo que se ha avanzado en el último medio siglo. Sin embargo, el avance de la patología forestal en Colombia, enmarcado dentro del incipiente desarrollo de la reforestación, se ha visto frenado no solo por la falta de investigadores en la disciplina, sino también porque se carece en la mayoría de instituciones universitarias y tecnológicas de la cátedra de patología forestal, y aún de alguna más general (protección sanitaria forestal), que igualmente incluya conocimientos básicos de entomología y nutrición forestal.
Según Chavarriaga, las investigaciones se han limitado a la identificación de agentes asociados a enfermedades y su posible método de control o manejo, pero rara vez se ha profundizado en el análisis de los factores que incitaron la presencia del problema, ni en un seguimiento adecuado de los métodos de control propuestos. “Esto ha obedecido sustancialmente a la carencia de financiación para cubrir las observaciones en campo”.
Tales circunstancias le permiten a Didier Chavarriaga afirmar que la patología forestal en Colombia cuenta con toda una serie de retos enormes en materia de diagnóstico y también de nuevas alternativas de manejo de problemas fitosanitarios presentes y futuros. Y menciona “un filón completo” de oportunidades de investigación y aprendizaje. Igualmente, pone de presente la responsabilidad que tiene el país de formar un personal idóneo a partir de la creación de escuelas que aborden todas las áreas del conocimiento implícitas en la protección fitosanitaria forestal.
“El sector forestal en Colombia es aún muy frágil”
¿Cuál es el principal aporte del libro Protección fitosanitaria forestal?
Didier Chavarriaga: A nivel mundial hay muchos libros, escritos sobre todo en inglés, centrados en la especialidad fitosanitaria forestal. Sin embargo, la novedad de Protección fitosanitaria forestal consiste en que combina lo entomológico con lo fitopatológico y reúne diferentes experticias de científicos a nivel mundial sobre sus experiencias e investigaciones en varios tópicos de la protección sanitaria forestal. Además, la obra se presenta tanto en español como en inglés, idiomas ambos de amplia difusión y con un material fotográfico full color, de gran resolución y calidad científica. Esa es la novedad que le aporta a la bibliografía mundial.
¿Nos falta mucho camino para convertirnos en potencia forestal?
D.Ch.: Creo que el sector forestal en Colombia es aún muy pequeño y frágil. Lo que tiene el país es un gran potencial para el desarrollo forestal. Al tener un sector pequeño también hay una oportunidad de crecer haciendo las cosas bien desde el inicio y planificar muy bien la parte fitosanitaria forestal a través de programas de investigación, prevención y exclusión de disturbios fitosanitarios que están en la vecindad y que pueden entrar al país.
¿Cuáles son los principales problemas fitosanitarios que afrontan nuestros bosques? ¿Qué estamos haciendo al respecto?
D.Ch.: Hemos tenido mucha suerte, pues problemas sanitarios de gran relevancia no han llegado al país. Además, las pérdidas económicas no han sido grandes debido a las dificultades actuales. Se podría mencionar que los problemas de más relevancia son los insectos defoliadores en coníferas y algunas enfermedades en especies como eucalipto y pino. Infortunadamente, a las dificultades actuales no se les da buen manejo en la mayoría de los casos, a excepción de algunas empresas muy organizadas que tienen establecido un buen programa de manejo integrado de las plantaciones y que han constituido un departamento de sanidad forestal con personal capacitado.
¿Destacaría usted una experiencia exitosa en el campo de la protección fitosanitaria forestal en Colombia? ¿Cuál?
D.Ch.: Creo que el manejo integrado que se ha dado a insectos defoliadores de la familia Geometridae, que va desde un manejo silvicultural adecuado y oportuno de la plantación hasta el reconocimiento de las especies plaga, pasando por la importación y cría de parasitoides, además del uso de enemigos naturales endémicos para el manejo de las poblaciones plaga, contribuyendo al manejo sostenible y amigable de dichos problemas sanitarios.
¿Cuál es la principal resistencia de las empresas colombianas a la hora de implementar políticas dirigidas a la protección fitosanitaria forestal? ¿Por qué?
D.Ch.: Creo que el factor económico. En términos inmediatos las empresas visualizan la implementación de la protección sanitaria forestal como un gasto y no como una inversión para maximizar a futuro las ganancias o disminuir las pérdidas económicas debidas a plagas forestales.