Jerusalén, Cundinamarca, 9 de agosto de 2025. En medio de las áridas montañas de Jerusalén, Cundinamarca, un grupo de mujeres se abre paso con trabajo, compromiso y amor por la tierra. Las mujeres de la Asociación Semillas de Paz, madres, campesinas, cuidadoras, productoras. Ellas sostienen a sus familias con lo que cultivan, con los huevos que recogen cada mañana en sus fincas, con las gallinas que crían con esmero. Esta semana, fueron protagonistas de un espacio vital para el campo: un taller sobre Resistencia a los Antimicrobianos (RAM) liderado por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Estas mujeres, beneficiarias de la Estrategia de Extensión Zoosanitaria del ICA, aprendieron cómo cuidar la salud de sus aves sin depender en exceso de antibióticos, cómo reconocer enfermedades, a quién acudir cuando sus animales se enferman, y por qué el uso responsable del agua, los medicamentos veterinarios y las medidas de bioseguridad puede marcar la diferencia entre una producción segura o una pérdida total. No solo se trató de un taller técnico: fue un espacio de confianza, en donde compartir saberes fue también una forma de sanar el territorio.
“Esto no es solo por las gallinas… esto es por mis hijos, porque si yo no vendo huevos, no hay mercado, no hay útiles, no hay comida. Yo no puedo darme el lujo de que se enfermen las aves y no saber qué hacer”, expresó Amelia Sánchez, mujer rural y participante del taller.
En el mundo, la resistencia antimicrobiana está poniendo en riesgo la vida de millones de personas y animales. Cuando los medicamentos dejan de funcionar, enfermedades que antes eran tratables se vuelven peligrosas. Por eso, capacitar a las mujeres rurales, quienes día a día manejan pequeños sistemas productivos, es una apuesta no solo sanitaria, sino social y profundamente humana. Estas productoras de Jerusalén aprendieron a prevenir, a observar, a actuar a tiempo. Y eso salva vidas.
Las mujeres rurales no solo siembran y crían. También construyen tejido social, sostienen economías locales, alimentan a sus familias y a todo un país. Apoyarlas es avanzar en la Reforma Agraria, garantizar la seguridad alimentaria y dignificar la vida en el campo. A través de la Estrategia de Extensión Zoosanitaria, el ICA no solo lleva conocimiento técnico, sino esperanza y respaldo a quienes nunca han dejado de trabajar por Colombia.
Porque cuando una mujer rural se forma, se empodera y se fortalece, su finca crece, su comunidad avanza y el país entero florece.