Palmar de Varela, Atlántico, 16 de julio de 2025. En respuesta a una solicitud de los productores de guayaba dulce al Ministerio de Agricultura, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) llegó hasta la vereda San Joaquín con una jornada pedagógica pensada para enseñar y acompañar. El propósito: brindar herramientas prácticas y efectivas para el manejo integrado de la plaga conocida como Mota Blanca (
Capullinia linarosae), que ha generado preocupación en los cultivos de la región.
La actividad se realizó en el predio El Guayabal, propiedad del señor Alirio Bolaños, donde se dieron cita cinco ingenieros agrónomos del ICA, dos representantes de la UMATA y once productores pertenecientes a la asociación Agrisanjo, quienes además lideraron la organización del encuentro. La jornada combinó teoría con práctica: primero se explicó en detalle cómo identificar la plaga y comprender su ciclo de vida, y luego se pasó al campo para demostrar técnicas de control directo en los cultivos.
La Mota Blanca es una cochinilla harinosa que se reconoce por su apariencia algodonosa, como pequeñas motas blancas agrupadas en tallos, hojas y frutos. Su presencia reduce la calidad de la fruta y puede causar graves pérdidas económicas, debido a su rápida reproducción y a la resistencia que puede desarrollar frente a tratamientos convencionales.
Durante la jornada, los expertos del ICA enfatizaron la importancia de un manejo integrado, que combine distintas estrategias: monitoreo constante del cultivo, control de fertilización (especialmente del nitrógeno), uso de enemigos naturales como mariquitas y crisopas, podas sanitarias y manejo adecuado de la humedad. Se acordó, además, realizar visitas de seguimiento en el plazo de un mes para acompañar a los productores en la implementación de lo aprendido y evaluar los resultados.
Capacitar en el manejo integrado de plagas no solo protege los cultivos, sino que fortalece la seguridad fitosanitaria, mejora la sostenibilidad y garantiza que el trabajo de los agricultores se traduzca en productos sanos y competitivos. Estas prácticas contribuyen directamente al desarrollo económico de la región y fortalecen el tejido social del campo.
Además, este tipo de jornadas pedagógicas son un aporte concreto a la Reforma Agraria. Cuando el ICA enseña, acompaña y empodera a los productores —especialmente a pequeños campesinos, mujeres rurales y comunidades étnicas— está construyendo capacidades duraderas. Estas acciones permiten mejorar las prácticas agrícolas y pecuarias, facilitar el acceso a mercados, aumentar la productividad y promover la sostenibilidad. Así, el ICA no solo cuida la sanidad agropecuaria del país, sino que se convierte en un actor clave para una reforma agraria más justa, inclusiva y transformadora.