La bioseguridad, el abstenerse de importar material genético o subproductos de países o zonas con actividad viral confirmada, la vigilancia epidemiológica de las importaciones, el monitoreo frecuente de lotes de reproductoras y su progenie y el reporte oportuno de la enfermedad, constituye la mejor manera de prevenir la Influenza aviar (IA).
La vigilancia epidemiológica es fundamental para la detección temprana de la actividad viral y evitar la diseminación del virus, y, en caso de detectarse la enfermedad, nos permite conocer la población en riesgo, el posible origen, establecer la distribución de la enfermedad, conocer las condiciones de la población en riesgo, diseñar las medidas de control adecuadas, etc.
Deben tenerse presentes medidas de bioseguridad, como:
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Infraestructura: ubicación de la granja, barreras naturales, cercas perimetrales, puerta de acceso, arco de desinfección, pediluvios, señalización, agua potable, evitar derramamientos de agua, utilización de duchas, dotación de ropa para visitantes y trabajadores, equipo de desinfección de ropa y objetos, etc.
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Control de entradas y movimientos de personal, objetos y vehículos.
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Sistemas de limpieza y desinfección: los virus del IA del tipo A no poseen gran estabilidad ni resistencia; son relativamente sensibles a diversos agentes químicos y físicos, por lo que la inactivación se puede conseguir a base de desinfectantes como la formalina, betapropiolactona, agentes oxidantes, éter, amoniaco, ácidos diluidos; también pueden inactivarse por calor, pH extremos.
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Control de plagas.
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Manejo de residuos orgánicos: a través del compost, tratamiento térmico y químico. Los reportes de México indican que el tratamiento térmico de la gallinaza se puede realizar de la siguiente manera: una vez amontonada la gallinaza en capas de 60 centímetros de espesor y de 1 a 2 metros de ancho, que se cubre con plástico negro, se deja a la intemperie a la acción de los rayos solares, durante uno o dos días hasta cuando se eleve la temperatura a 56ºC, favoreciendo la fermentación que inactivara algunos virus y bacterias. El tratamiento químico se realiza con ácido acético al 2% y el hipoclorito de sodio 0.2%.
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Control de salida de vehículos y de gallinaza.
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Implementación de un plan de vigilancia, que incluye el monitoreo serológico.
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La inestabilidad antigénica del virus de IA deriva en la imposibilidad de utilizarse como virus atenuado o modificado para la inmunización de aves, y explica el riesgo de mutación del virus hacia alta Patogenicidad.
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Las vacunas no son capaces de evitar la infección del virus de IA, la vacunación reduce la severidad de la enfermedad, minimiza el impacto negativo sobre los parámetros productivos, disminuye la posibilidad de mutación al limitar el número de aves susceptibles, reduce el riesgo de diseminación durante el brote, reduce el riesgo de transmisión. Existen en el mercado internacional dos tipos de vacuna: inactivadas (monovalentes y polivalentes) y recombinantes (Viruela aviar-Influenza). Resulta peligroso recurrir a la vacunación indiscriminada sin conocer a ciencia cierta el subtipo actuante.